El Agua Garantía de la seguridad Alimentaria

dia-mundial-del-agua 1En 1948, año de su fundación, las Organización de las Naciones Unidas incluyó dentro de su Declaración Universal de los Derechos Humanos el tener una alimentación adecuada.

Fue sólo hasta el 28 de julio de 2010 que consideró el acceso al agua potable y a la sanidad como un derecho fundamental de los seres que habitan el planeta.Las naciones del mundo, a través de este organismo multilateral reconocieron de esta manera la urgente necesidad de establecer como política pública el derecho de sus nacionales a tener agua potable, principalmente para consumo y cocinar sus alimentos. Algunos países no sólo adhirieron a la premisa sino que la incluyeron dentro de sus constituciones nacionales para garantizarla como un deber inapelable del Estado.

Si bien Colombia no elevó este derecho a nivel constitucional, la carta fundamental determina como uno de los fines principales de la actividad del Estado la solución de las necesidades básicas insatisfechas, entre las que está el acceso al servicio de agua potable.

La razón de tal determinación era inaplazable: el agua y la seguridad alimentaria están estrechamente ligadas y el frágil balance de dicha relación está en riego por factores que van desde el cambio climático hasta la modificación de la dieta y los estilos de vida de los habitantes del planeta.

La disposición universal, sin embargo, dentro de su esencia, no hace frente de manera directa a resarcir diversas realidades que se suscitan entre las relaciones del agua y la seguridad alimentaria.

Las muestras de esta dura realidad saltan a la vista, lamentablemente, a través de eventos que afectan duramente la calidad de vida de millones de habitantes del planeta, casi siempre con mayor efecto en países pobres.Actualmente el planeta tierra es el hogar de 7.000 millones de personas y para 2050 se espera que seamos 9.000 millones.Cada una de ellas consume entre 2 y 4 litros de agua al día. No todas, sin embargo, tienen el acceso garantizado al agua tal como lo exige el derecho humano añadido a la Declaración de la ONU en 2010:  agua con calidad y suficiente.

No es ese el problema sobre el que este año, en la celebración del Día Mundial del Agua, se quiere llamar la atención en mayor proporción de los organismos internacionales que velan por una mejor calidad de vida para los habitantes del planeta azul: Es al alto consumo de agua que se requiere para la producción de alimentos.

Según la FAO, este año el organismo de las Naciones Unidas que coordina la celebración del Día Internacional del Agua, se requieren de 2.000 a 5.000 litros de agua para producir los alimentos que consume en un día cada uno de los habitantes de la tierra.

A manera de ejemplo, la producción de un kilo de carne requiere 16.000 litros, la de un kilogramo de azúcar, al igual que uno de trigo, 1.500 litros y 5.000 litros para producir un kilo de arroz.

La escasez de agua ya afecta casi a todos los continentes y a más del 40 por ciento de la población de nuestro planeta. Actualmente, 1.600 millones de personas viven en países o regiones con escasez absoluta de agua y, para 2025, dos tercios de la población mundial podrían vivir en condiciones de disponibilidad limitada de agua.

La principal razón de ello es el consumo excesivo de agua para la producción de alimentos. La falta de agua limita la capacidad de los agricultores para producir alimentos suficientes para su consumo o para ganarse la vida. Asia meridional, Asia oriental y el Oriente Medio, por ejemplo, se aproximan o han excedido los límites de sus recursos hídricos, y su población sigue creciendo. La producción de alimentos en algunas partes de América del norte ya es insostenible debido al agotamiento del agua del subsuelo.

Esta medición es lo que se denomina huella hídrica; un indicador que mide de manera directa e indirecta el uso del agua tanto por parte de los consumidores como de los productores. La huella hídrica de un individuo, una comunidad o un negocio equivale al total de agua fresca utilizada para producir los bienes y servicios consumidos por cada uno de ellos.

El promedio global de consumo de una persona es de 1.240 metros cúbicos por año, -aproximadamente la mitad de una piscina olímpica- con cifras que varían entre los 2.48 millones de litros por persona/ año en Estados Unidos, hasta los 619.000 litros anuales per cápita de Yemen.

Aunque en Colombia no se ha establecido la medición, considerada por los ambientalistas nacionales como novedosa, se sabe certeramente que la agricultura es el sector que más consume agua, con un 61 por ciento; seguido por el uso doméstico con un 26 por ciento y el industrial con un 9 por ciento. La lista la cierran el sector pecuario y el de servicios, con un tres y uno por ciento.

Tras el anuncio en 2011 de que Colombia medirá su huella hídrica, expertos internacionales señalaron que una ventaja del país frente a otros es que somos el cuarto país del mundo con mayores recursos hídricos, lo que por ahora nos da una clara ventaja sobre países de Asia y África.De acuerdo con cifras del Ministerio de Ambiente y el Ideam, la oferta de agua superficial en Colombia es casi 100 veces mayor que la demanda. Lo malo es que esa oferta es heterogénea, pues la mayor parte del recurso se encuentra en regiones despobladas, es decir, en zonas como la Orinoquia, Chocó y Amazonía. Eso riñe con la oferta en la zona Andina, donde está el grueso de la población y donde tan solo se cuenta con un 15 por ciento de la oferta total. La misma suerte no es para todos los países. Unas  50 naciones sufren actualmente un estrés hídrico severo o moderado y el número de personas que sufren escasez anual o estacional de agua podrían aumentar debido al cambio climático.

En el contexto mundial, la evaluación de la Water Footprint Network establece que la actividad agrícola consume el 70 por ciento del agua dulce disponible en el planeta y se estima que para el 2050 el 60 por ciento del planeta padecería una crisis por falta de agua dulce, lo que desencadenaría un cambio radical en el manejo de la energía y causaría revueltas e incluso algunas guerras por el acceso al agua.

Según la FAO, debido a la rápida urbanizacióny alaumento de los ingresos, las dietasestán cambiando. En particular, se espera que el consumo de carne aumentede 37 kilogramos por personaal año a 52en 2050 en los países desarrollados, y de 27 a 44 kilogramos en los países en vía de desarrollo, lo que implica quela mayor parte de la producción adicional de cultivos seutilizará para alimentar ganado.Por ejemplo, el 80 por ciento de las480 millones detoneladas que se requerirán anualmente para 2050 seríacon destino a alimento animal.

En el planeta, el 70 por ciento de las extracciones de ‘agua azul’ se destina a riego. La agricultura de regadío representa el 20 por ciento del total de la tierra cultivada, pero representa el 40 por ciento del total de alimentos producidos en todo el mundo.

Cambio climático, otro efecto negativo

Según el documento oficial de la celebración del Día Mundial del Agua, los principales efectos del cambio climático repercuten en los recursos hídricos. Por lo tanto, se sentirán en la agricultura de secano tanto como en la de regadío, lo que incluye la producción de pastos y forrajes para el ganado, así como los productos forestales y la acuicultura.

Con este fenómeno se prevé una cuantiosa disminución de las lluvias anuales, el escurrimiento de los ríos y la recarga de los acuíferos en la cuenca mediterránea y en las zonas semiáridas de América, Australia y el África austral, que repercutirá en la disponibilidad y calidad del agua en regiones donde ya es escasa.

El cambio climático también repercute en los riesgos de extremos de disponibilidad de agua. Todas las regiones experimentarán, en efecto, sequías más frecuentes e intensas, lluvias excesivas e inundaciones que pueden destruir los cultivos y poner en riesgo la producción de alimentos.

La población de los entornos frágiles, especialmente si sus medios de subsistencia dependen de la agricultura, afronta un riesgo inmediato y creciente de malas cosechas o pérdida de ganado.

Para el caso nuestro, Colombia hace parte de los países que producen menos del 2,5 por ciento de las emisiones globales, la principal razón del cambio climático, pero, de acuerdo con la Word Wide Foundation, sí es uno de los más afectados, y como evidencia de ello están la pérdida de especies y la desaparición de la mayoría de nuestros nevados, glaciares y páramos.

Así las cosas, mantener el aumento de la producción de alimentos y otros productos agrícolas no será posible sin incrementar la eficacia del uso del agua en las tierras de regadío y de secano.

Desde hace muchos años, el adelanto en la producción agrícola se ha evaluado por el "rendimiento", tradicionalmente la producción de una superficie determinada de tierra.

Ahora es necesario evaluar el rendimiento desde el punto de vista de la producción sostenible por unidad de todos los insumos de recursos, que incluyen la tierra, los productos químicos y en particular el agua. Tecnologías de irrigación en pequeña escala, como las bombas de pedales o las técnicas de irrigación por goteo pueden contribuir a incrementar la eficiencia en el uso del agua. También es necesario establecer los incentivos adecuados para la agricultura sostenible y para el consumo sostenible de alimentos.

 Las alternativas propuestas por la FAO

 Preparación para el cambio climático

Según esta agencia de la ONU, encargada de velar por la alimentación mundial, se deben adaptar las políticas y las prácticas de gestión del agua al cambio climático para contribuir a reducir los riesgos de catástrofes relacionadas con el agua.

La gestión de la sequía y de las inundaciones exige un enfoque mejorado del almacenamiento de agua. La infraestructura, por ejemplo, estanques, presas, pozos, crestas de contención, etc. y los ecosistemas, como los suelos, los humedales y los acuíferos, son opciones para mejorar el almacenamiento cuya gestión deberá ser conjunta a fin de obtener resultados óptimos en materia de reducción de riesgos.

Las estrategias dinámicas e inteligentes de gestión de la sequía y las inundaciones reducen al mínimo las repercusiones devastadoras de estos fenómenos, cuya frecuencia y gravedad se prevé que aumentarán debido al cambio climático.

Proteger los recursos

Proteger los recursos hídricos también supone conservar los ecosistemas y mantener su disponibilidad y su calidad. Un suelo bueno y bien mantenido, por ejemplo, puede captar una gran

parte del agua de lluvia y evitar las escorrentías superficiales, causa de erosión y pérdida de nutrientes del suelo. La agricultura de conservación es una práctica agrícola multifuncional que fortalece la contribución de los suelos y la cubierta vegetal a la reducción de los riesgos agrícolas relacionados con el agua y, a la vez, contribuye a mejorar la cantidad y la calidad de las aguas subterráneas y los ríos.

Reutilizar y reciclar

Las aguas negras, las aguas residuales tratadas, las aguas salobres y, en algunos casos, el agua desalinizada pueden utilizarse en la agricultura, especialmente en las zonas áridas y semiáridas y en las zonas periurbanas que experimentan un crecimiento acelerado.

Las aguas residuales de las ciudades se están convirtiendo efectivamente en una fuente de agua y nutrientes más viable para la agricultura.

También hay algunas oportunidades de utilizar residuos agrícolas o industriales para generar bioenergía, a fin de mejorar aún más la eficacia general del sistema.

Reducir los desechos y las pérdidas de alimentos

Aproximadamente el 30 por ciento de los alimentos producidos en todo el mundo –alrededor de 1,3 millones de toneladas– se pierde o desperdicia al año. En muchos países en desarrollo, una gran proporción de la producción se pierde entre las parcelas de los agricultores y el mercado, por malas condiciones de almacenamiento y transporte.

Debido al aumento de la urbanización, es crucial la eficacia de la cadena de suministro de alimentos. En los países desarrollados, y en particular en las ciudades, el consumidor desperdicia alimentos por falta de conocimientos o de información sobre los recursos necesarios para producirlos.

Las dietas poco sanas también generan residuos e incrementan los costos de salud pública. Hace falta un cambio de actitud de los consumidores en este tema porque limitar los desechos significa reducir las repercusiones en el agua.

Mejorar la integración de los diversos sistemas de producción

Se han creado diversos sistemas integrados de producción que combinan las mejores prácticas para la gestión de las tierras y el agua, adaptadas a las condiciones locales y a la disponibilidad de los recursos. Incorporan técnicas mejoradas de gestión del suelo y el agua, en forma tal que se intensifica la producción y ofrecen oportunidades a los agricultores para mejorar la productividad de manera sostenible.

En la gestión de los agroecosistemas, las necesidades, las funciones y los servicios de los ecosistemas se atienden con eficacia para mejorar y asegurar la producción de alimentos. Esto generalmente involucra métodos de labranza mínima o baja, pastoreo rotativo, cultivos intercalados, rotación de cultivos, la integración entre la ganadería y los cultivos, la conservación de semillas y de variedades dentro de la misma especie, el manejo del hábitat y de las plagas.

Los sistemas integrados de cultivos y ganado permiten optimizar el uso de la biomasa y de los ciclos de nutrientes. Por ejemplo, los residuos producidos por el ganado, como el estiércol, pueden ser utilizados para mejorar la fertilidad del suelo para los cultivos y los residuos agrícolas pueden proporcionar un suplemento alimenticio para los animales.

Alimentación sostenible y saludable

Los países en desarrollo y las economías emergentes en la actualidad afrontan una paradoja de la nutrición: por una parte altas tasas de desnutrición −más de 800 millones de personas sufren hambre en todo el mundo− y, por otra, una cifra análoga de sobrepeso.

Ambas situaciones, la subnutrición y la obesidad, pueden conducir al riesgo de enfermedades crónicas debilitantes. En muchos casos los alimentos con una huella hídrica menor tienden a ser opciones más sanas y sostenibles desde el punto de vista ambiental.

Por lo tanto, es necesario determinar soluciones que beneficien a todos y tengan en cuenta el agua, los alimentos, la salud y el medio ambiente.

Una alimentación sostenible es aquella que produce pocos efectos ambientales, que contribuye a la seguridad alimentaria y nutricional y a una vida sana para las generaciones de hoy y mañana.

Una alimentación sostenible protege y respeta la biodiversidad y los ecosistemas; es aceptable culturalmente, accesible, económicamente justa y asequible; es adecuada nutricionalmente,inocua y saludable; a la vez que optimiza los recursos naturales y humanos.

 

Socialización y promoción de obra

paguiiCon el propósito de continuar beneficiando a las 580 familias de la  comunidad rural del Municipio de Aipe, AGUAS DEL HUILA S.A. E.S.P., llevó a cabo la promoción del Proyecto  CONSTRUCCIÓN DE OBRAS COMPLEMENTARIAS Y CUARTA (4) FASE DEL ACUEDUCTO INTERVEREDAL LA UNIÓN – SANTA HELENA – MESITAS, el 06 de febrero de 2012, en la caseta comunal; acompañados del representante de Regalías, el Ingeniero contratista y el Interventor, con el fin de informar a la comunidad los  beneficios y alcances de la misma, igualmente conformar la veeduría ciudadana. 

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Recta final del proceso de certificación de municipios para el manejo de recursos del SGP para agua potable

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GOBERNACIÓN DEL HUILA